Jose Luis Vazquez Martinez

Comorbilidad en el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas

Jose Luis Vazquez Martinez - 29 Febrero 2024

Comorbilidad

Aunque no todas las personas que consumen drogas desarrollan trastornos como la dependencia, el contacto con las sustancias puede acarrear otros riesgos y consecuencias importantes para la salud. El término comorbilidad[1] se refiere a la presencia de dos o más trastornos o enfermedades en la misma persona, los cuales pueden ocurrir en forma simultánea o secuencial. Esto también implica que existe interacción entre los trastornos o enfermedades en cuestión, lo que puede empeorar su evolución.

 

En las personas con trastornos por consumo de drogas un reto importante es identificar de forma fiable y válida la presencia de otro trastorno mental concurrente[2], en especial porque tanto el consumo de drogas como la supresión pueden producir efectos similares a los síntomas de los trastornos mentales. El consumo de drogas puede inducir, empeorar o atenuar la sintomatología psiquiátrica y viceversa, lo que dificulta el diagnóstico y afecta el resultado del proceso terapéutico.

 

Se han desarrollado diversas posibles explicaciones de la relación entre trastornos por consumo de drogas y trastornos mentales, y en la actualidad se consideran tres principales mecanismos[3]:

 

  1. Dependencia de sustancias como trastorno primario e inductor de la patología psiquiátrica: la intoxicación aguda, el consumo crónico y el síndrome de abstinencia o supresión pueden producir sintomatología muy semejante a la de varios trastornos psiquiátricos, tales como ánimo deprimido, ansiedad (desde grado menor hasta crisis de pánico) e incluso alucinaciones, entre otros.

 

  1. Psicopatología como factor de riesgo para el desarrollo de dependencia a drogas: en este apartado se considera la posibilidad de la teoría de la automedicación, propuesta por Khantzian, donde se plantea que el consumo alivia la sintomatología y/o malestar producido por los trastornos mentales.

 

  1. Coexistencia de una vulnerabilidad especial del sujeto para padecer ambos trastornos: existe una vulnerabilidad común para el desarrollo de los trastornos concurrentes, o un tercero relacionado, como por ejemplo trastorno de personalidad. Se plantea que podrían influir rasgos temperamentales comunes, disfunciones neuro-biológicas, psico-sociales o factores del entorno que influyen en la predisposición.

 

 

En comparación con población general, se han documentado mayores proporciones de la presencia de diferentes trastornos mentales en personas que consumen alcohol y otras drogas[4].

 

Ansiedad

En personas con dependencia a la cocaína se observa mayor frecuencia de presentación de fobia social, agorafobia, trastorno por estrés postraumático y trastorno obsesivo-compulsivo, aunque estos trastornos tienen una asociación etiopatogénica heterogénea[5],[6],[7].

 

El consumo de cocaína además de que produce euforia y, en ocasiones disforia, también aumenta la ansiedad y suspicacia[8]. Los efectos estimulantes de la cocaína esnifada duran entre 30 y 60 minutos, y cuando empiezan a decaer, las personas experimentan ansiedad. Esto es lo que frecuentemente lleva a consumir la siguiente dosis[9]. Así mismo, la pasta base de cocaína, que al fumarse llega velozmente al cerebro, presenta rápidamente una caída de los efectos antes mencionados y aparecen manifestaciones psíquicas como angustia y ansiedad entre otras[10]. También se ha descrito el desarrollo de síntomas de ansiedad en pacientes con síntomas de abstinencia por cocaína.

 

Depresión

Las drogas ejercen sus efectos a través de diferentes vías y redes neuronales, que involucran múltiples mecanismos de neurotransmisión; las alteraciones en éstos pueden producir trastornos del estado del ánimo, como la depresión.

 

Estudios en población general han documentado la presencia conjunta de depresión y trastornos por consumo de alcohol[11],[12].

 

Los trastornos por consumo elevado de alcohol se asocian con mayor riesgo de episodios depresivos temporales, ideas e intentos de suicidio y ansiedad e insomnio graves[13].

 

Esquizofrenia

Se ha documentado que el consumo de alcohol, anfetaminas, cannabis y cocaína incrementa el riesgo de presentar sintomatología psicótica[14] y las personas con esquizofrenia que son dependientes a drogas presentan de manera más temprana síntomas[15] y reportan una menor calidad de vida.

 

Suicidio

Históricamente, los países de Hispanoamérica han registrado tasas de suicidio menores al promedio mundial[16]. Se considera que existen varias posibles razones de esto, entre las que destaca que los datos de mortalidad correspondientes a la región se han calificado como irregulares, especialmente al compararlos con la información de países europeos[17]. Al realizar diferentes análisis es necesario considerar estos elementos, sin embargo, existe evidencia sólida de la asociación entre consumo de drogas y riesgo de suicidio. Se ha reportado asociación entre la ideación suicida y el consumo de drogas[18]. El consumo agudo y crónico de cannabis se han señalado como factores de riesgo que influyen en la suicidalidad[19], aunque el análisis de la evidencia aún no es concluyente y continúa en estudio[20].

 

 

Consumo de drogas y enfermedades crónicas

Es muy importante recordar que las personas con trastornos por consumo de drogas están expuestas a factores de riesgo que pueden afectar su salud. Más allá del síndrome de dependencia, se pueden presentar afectaciones de diferentes órganos y sistemas.

 

Arritmias cardiacas

Las personas que consumen solventes inhalables llegan a experimentar arritmias cardiacas, debido a que se ha documentado que estas sustancias bloquean los canales de sodio en el sistema de conducción del corazón[21].

 

Cáncer

Cáncer de mama. Fumar incrementa el riesgo de cáncer de mama en mujeres que iniciaron el consumo de tabaco antes de embarazarse por primera vez[22].

 

Cáncer de pulmón. Fumar tabaco es un importante factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de pulmón. El riesgo aumenta con la dosis diaria, la dosis acumulada, el número de años de consumo y el inicio del consumo a edades tempranas[23].

 

Alcohol y cáncer. Aunque no se conocen con exactitud los mecanismos biológicos subyacentes, existe evidencia epidemiológica que indica que el consumo de alcohol incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de orofaringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama[24].

 

 

Diabetes

La relación entre consumo de alcohol y desarrollo de diabetes es bien conocida desde hace varios años y continúa documentándose, a pesar de que anteriormente se habían reportado supuestos beneficios del consumo en pequeñas cantidades[25].

 

Enfermedad cerebrovascular

Se ha asociado el fumar cannabis con el desarrollo de arteriopatías[26] y enfermedad cerebrovascular[27]. Recientemente se han documentado algunos casos de enfermedad cerebrovascular en pacientes jóvenes que fuman cannabis, donde se propone que el mecanismo responsable de producir la enfermedad fue hiperplasia de la íntima[28], asociada al consumo.

 

Hipertensión

Existe evidencia documentada de la relación del consumo de drogas como el alcohol y la cocaína con el riesgo de desarrollar hipertensión arterial[29].

 

Ictus

El vasoespasmo es uno de los efectos de la cocaína que producen importantes complicaciones y contribuye a que el consumo de la droga sea un factor de riesgo cerebrovascular independiente tanto para eventos isquémicos como hemorrágicos, en particular en menores de 55 años de edad[30]. El consumo es un factor de riesgo tanto para que se presenten accidentes cerebrovasculares isquémicos (OR = 2.03, intervalo de confianza al 95% = 1.48-2.79) o hemorrágicos (OR = 2.33, intervalo de confianza al 95% = 1.74-3.11), independientemente de la frecuencia o la duración del consumo[31],[32],[33].

 

Lesión renal aguda

En algunos casos se ha llegado a registrar que el consumo de metanfetaminas puede causar hepatotoxicidad, rabdomiólisis, cardiotoxicidad, nefrotoxicidad, y neurotoxicidad de manera separada o a veces combinada como toxicidad multisistémica[34]. La nefrotoxicidad generalmente se presenta como lesión renal aguda, hiponatremia, e hipertensión[35].

 

Patología digestiva

El uso nocivo de alcohol es una de las principales causas de pancreatitis a nivel mundial[36].

Se han documentado perforaciones gastroduodenales[37] en personas que consumen crack.

 

[1] NIDA. (2011). La comorbilidad entre la adicción y otros trastornos mentales. Rockville, Maryland: National Institute on Drug Abuse, National Institutes of Health, US Department of Health & Human Services.

[2] Torrens, M., Astals, M., & Castillo, C. (2006). Diagnóstico de la comorbilidad psiquiátrica. En Tratado SET de Trastornos Adictivos. Sociedad Española de Toxicomanías (pp. 341 – 351), Madrid, España: Colegio Iberoamericano de Trastornos Adictivos.

[3] Ochoa, E., Salvador, E., Vicente, M., & Madoz, A. (2010).Comorbilidad psiquiátrica y adicciones. En C., Pereiro (Eds). Manual de Adicciones para médicos especialistas en formación (pp. 701 – 731). Madrid, España: SOCIDROGALCOHOL.

[4] Regier, D., Farmer, M., Rae, D., Locke, B., Keith, S., Judd, L., & Goodwin, F. (1990). Comorbidity of Mental Disorders With Alcohol and Other Drug Abuse, Results From the Epidemiologic Catchment Area (ECA) Study. JAMA, 264 (19), 2511 – 2518.

[5] Myrick, H., Brady, K. T. (1997). Social phobia in cocaine-dependent individuals. American Journal on Addiction, 6 (2), 99 – 104.

[6] Najavits, L. M. et al. (1998). Cocaine dependence with and without PTSD among subjects in the National Institute on Drug Abuse Collaborative Cocaine Treatment Study. American Journal of Psychiatry, 155 (2), 214 – 219.

[7] Rounsaville, B., & Carroll, K. (1991). Psychiatric disorders in treatment-entering cocaine abusers. NIDA Research Monograph 110, 227 – 251.

[8] Caballero, L. (2005). Adicción a cocaína: Neurobiología, Clínica, Diagnóstico y Tratamiento. Madrid: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.

[9] Ruiz, A. E., Méndez, M., Prieto, B., Romano, A., Caynas, S., & Prospéro, O. (2010). El cerebro, las drogas y los genes. Salud Mental, 33, 535 – 542.

[10] UNODC, JND. (2007). Pasta base de cocaína, prácticas y gestión de riesgos en adolescentes uruguayos. Montevideo: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Junta Nacional de Drogas del Uruguay.

[11] Conway, K. P., Compton, W., Stinson, F. S., et al. (2006). Lifetime comorbidity of DSM-IV mood and anxiety disorders and specific drug use disorders: results from The National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions. The Journal of Clinical  Psychiatry, 67, 247 – 58.

[12] Cranford, J. A., Nolen-Hoeksema, S., & Zucker, R. A. (2011). Alcohol involvement as a function of co-occurring alcohol use disorders and major depressive episode: Evidence from The National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions. Drug Alcohol Depend, 117, 145 – 51.

[13] Schuckit, M. (2009). Alcohol-use disorders. Lancet, 373, 492 – 501.

[14] Regier, D. A., Farmer, M. E., Rae, D. S., Locke, B. Z., Keith, S. J., et al. (1990). Comorbidity of mental disorders with alcohol and other drug abuse. Results from the Epidemiologic Catchment Area (ECA) study. JAMA, 264, 2511 – 2518.

[15] Addington, J., & Addington, D. (1998). Effect of substance misuse in early psychosis. British Journal of Psychiatry, 172 (33), 134 – 136.

[16] Vijayakumar, L., Nagaraj, K., Pirkis, J., & Whiteford, H. (2005). Suicide in developing countries (1): frequency, distribution, association with socioeconomic indicators. Crisis, 26, 104 – 111.

[17] Bertolote, J. L., & Fleischman, A. (2002). A global perspective in the epidemiology of suicide. Sociology, 7, 6 – 8.

[18] Mondragón, L., Saltijeral, M. T., Bimbela, A., & Borges, G. (1998). La ideación suicida y su relación con la desesperanza, el abuso de drogas y alcohol. Salud Mental, 20 (7), 20 – 27.

[19] La suicidalidad es un continuo que va desde la mera ocurrencia hasta la consecución del suicido, pasando por la ideación, la planificación y el intento suicida (Salvo, L.. & Melipillán, R. (2008). Predictores de suicidalidad en adolescentes. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 46 (2), 115 – 123.).

[20] Borges, G., Bagge, C., & Orozco, R. (2016). A literature review and meta-analyses of cannabis use and suicidality. JAD, 195, 63 – 74.

[21] Cruz, M. C. S, Orta-Salazar, G., Gauthereau, M., Millán, L., & Salinas-Stefanon, E. (2003). Inhibition of cardiac sodium currents by toluene exposure. British Journal of Pharmacology, 140, 653 – 660.

[22] Gaudet, M., Gapstur, S. M., & Sun, J. (2013). Active smoking and breast cancer risk: original cohort data and meta-analysis. J Natl Cancer Inst, 105 (8), 515 –525.

[23] Caicoya, M. &Mirón, J.A. (2003). Cáncer de pulmón y tabaco en Asturias. Un estudio de casos y controles. Gac Sanit, 17 (3), 226 – 30.

[24] Connor, J. (2016). Alcohol consumption as a cause of cancer. Addiction, 112 (2), 222 – 228.

[25] Pereiro, C. (2006). Alcohol y diabetes: más evidencias sobre daños para la salud. Adicciones, 18 (3), 283 – 284.

[26] Desbois, A. C., Cacoub, P,, &  France, P. (2013). Cannabis-associated arterial disease. Ann Vasc Surg, 27, 996 – 1005.

[27] Wolff, V,, Armspach, J. P., Lauer, V., et al. (2013). Cannabis-related stroke myth or reality? Stroke, 44, 558 – 563.

[28] Ntlholang, O., McDonagh, R., Nicholson, S., Brett, F., Bradley, D., & Harbison, J. (2015). Is intimal hyperplasia associated with cranial arterial stenosis in cannabis-associated cerebral infarction? Int J Stroke, 10 (6), E56 – E59.

[29] Lozano, J. V. (2001). Hipertensión arterial por ingestión de sustancias exógenas. Hipertensión, 18 (1), 25 – 29.

[30] Larrosa-Campo, D., Ramón-Carbajo, C., Benavente-Fernández, L., Álvarez-Escudero, R., Zeidan-Ramón, N., Calleja-Puerta, S., et al. (2013). Diagnóstico del ictus por cocaína y sus complicaciones. Rev Neurol, 57, 167 – 70.

[31] Daras, M., Tuchman, A. J., & Marks, S. (1991). Central nervous system infarction related to cocaine abuse. Stroke, 22, 1320 – 1325.

[32] Westover, A. N., McBride, S., & Haley, R. W. (2007). Stroke in young adults who abuse amphetamines or cocaine: a population-based study of hospitalized patients. Arch Gen Psychiatry, 64, 495 – 502.

[33] Brown, E., Prager, J., Lee, H. Y., & Ramsey, R. G. (1992). CNS complications of cocaine abuse: prevalence, pathophysiology and neuroradiology. AJR Am J Roentgenol, 159, 137 – 147.

[34] Gurel, A. (2016). Multisystem toxicity after methamphetamine use, Case Report. Clinical Case Reports, 4 (3), 226 – 227.

[35] Campbell, G. & Rosner, M. (2008). The agony of ecstasy: MDMA and kidney. Clin. J Am Soc Nephrol, 3, 1852 – 1860.

[36] González, A. (2004). Pancreatitis aguda. Rev Gastroenterol Mex, 69, 133 – 135.

[37] Warner, E. (1993). Cocaine abuse. Ann Intern Med, 119, 226 – 235.